sábado, 28 de abril de 2007

PRODUCTO FINAL

1. CUADRO COPARATIVO:











2. MAPA CONCEPTUAL:







3.MAPA CONCEPTUAL:









4. DIAGRAMA DE CAMINO:





5. DIAGRAMA RADIAL


viernes, 27 de abril de 2007

INFORMACIÓN

APARATO DIGESTIVO



FUNCION

Su función principal es la TRANSFORMACIÓN de alimentos para que puedan ser absorbidos y utilizados por las células del organismo. TRANSPORTE de alimentos, secreción de jugos digestivos, absorción de nutrientes y excreción mediante el proceso de defecación.

RECORRIDO DEL BOLO ALIMENTICIO Y SUS TRANSFORMACIONES

Boca: Se da la transformación mecánica y química de los alimentos, insalivación, recepción de los sabores y deglución. Durante la digestión mecánica de los alimentos, los dientes cortan, desgarran y trituran los alimentos para ser tragados, para un mayor contacto entre con la saliva. Aquí la lengua ayuda para que el alimento se mueva por todos los dientes. La saliva es la encargada de la digestión química ya que degrada moléculas complejas en otras más simples



Faringe: El bolo pasa e por este tubo para pasar al esófago. No hace modificaciones.



Orificio de cardias: Es el esfínter que comunica al esófago con el estómago. Se abre y cierra muchas veces, para que el alimento pase al estómago en pequeñas cantidades



Estómago: Es el órgano muscular con la porción más dilatada del tubo digestivo. Puede almacenar aproximadamente 2L de alimento. El alimento llega aquí, y comienzan las contracciones musculares, que permiten la mezcla y fragmentación de los alimentos (estos movimientos producen la sensación de hambre cuando el estómago se encuentra vacío). Y se produce la segunda degradación de los alimentos. El bolo parcialmente digerido se mezcla junto a los jugos gástricos y forman una masa semilíquida denominada QUIMO. Los movimientos peristáticos impulsan a este quimo al intestino delgado a través del esfínter píloro.



Intestino delgado: Es la porción más larga del tubo digestivo (6m de longitud aproximadamente) y se ubica en la cavidad abdominal. Se lo divide en tres partes: duodeno, yeyuno e íleon. El quimo llega al duodeno y se produce la tercera degradación de los alimentos. Esta degradación se da gracias a la bilis y los jugos pancreáticos que llegan al intestino por medio de la ampolla de vater. Estos líquidos reducen la acidez de los jugos gástricos, desintegra los grandes glóbulos de grasa y proveen del medio alcalino que requieren las enzimas que actúan en el duodeno. El quimo pasa al yeyuno íleon y se produce la absorción de nutrientes que luego pasan al sistema circulatorio. El quimo, junto con los jugos pancreáticos y la bilis forman una masa de aspecto lechoso que se denomina QUILO, y éste pasa al intestino grueso.



Intestino grueso: gracias a los movimientos peristáticos, el quilo es conducido al intestino grueso al cruzar la válvula ileocecal. En el intestino grueso se absorbe la mayor parte de agua y sales del quilo. Su longitud es de 1,5m aproximadamente. La mayoría de este órgano es denominado colon, y su tramo final recto, el cual finaliza en el ano. En el interior del colon habitan unas poblaciones de microorganismos que conforman la biota intestinal (flora). Estos microorganismos son de gran importancia, ya que se alimentan principalmente de la celulosa de las fibras de ciertos alimentos y libera vitamina K y varias del grupo B, que son absorbidas por la mucosa del intestino grueso y pasan a la sangre. Entonces aquí se produce la formación de las Heces fecales.




EXCRECIÓN





El material no digerido se transforma en el colon en una masa sólida por la reabsorción de agua hacia el organismo. Si las fibras musculares del colon impulsan demasiado rápido la masa fecal por él, ésta permanece semilíquida. El resultado es la diarrea. En el otro extremo, la actividad insuficiente de las fibras musculares del colon produce estreñimiento. Las heces permanecen en el recto hasta que se excretan a través del ano.
Muchos trastornos de la absorción reciben el nombre genérico de malabsorción; uno de los más importantes es el esprue. Véase Enfermedades carenciales; Nutrición humana.




Dispepsia

Es una digestión difícil o dolorosa, resultado del fallo de alguna fase del proceso normal digestivo. Su origen puede estar en un trastorno físico o emocional. Las causas físicas son gastritis, úlceras, o inflamaciones de la vesícula biliar.


SÍNTOMAS


Pueden ser: sensación de pesadez en la boca del estómago, gases, estreñimiento, diarrea, náuseas, o ardores. Las molestias se pueden acompañar de cefaleas o mareos.


TRATAMIENTO


Depende de la causa específica y comprende la administración de fármacos y la instauración de una dieta especial.


Apendicitis

Es una inflamación aguda del apéndice vermicular, que nace del ciego (primera porción del intestino grueso). El ciego, y por tanto el apéndice, están situados en el cuadrante inferior derecho del abdomen. La función del apéndice queda reducida a ser asiento de algunas formaciones de tejido linfoide (encargado de las funciones inmunes); su extirpación no causa alteración patológica. La causa más habitual de la apendicitis es una infección de la pared del apéndice; sin tratamiento, la infección acaba destruyendo la pared del apéndice y perforándolo, y entonces el contenido intestinal se vierte en la cavidad abdominal, originándose una peritonitis. La apendicitis es una enfermedad frecuente en los adultos jóvenes, pero puede aparecer a cualquier edad.

SÍNTOMAS

Los más típicos son: dolor abdominal (especialmente en el cuadrante abdominal inferior derecho), fiebre, náuseas y vómitos, estreñimiento y diarrea.

TRATAMIENTO

Consiste en la extirpación quirúrgica del apéndice (apendicectomía).


Cirrosis


Es una enfermedad crónica del hígado que cursa con destrucción irreversible de las células hepáticas. La cirrosis es la fase final de muchas enfermedades que afectan al hígado. Se caracteriza por áreas de fibrosis (cicatriz) y muerte de los hepatocitos (células hepáticas). Sus consecuencias principales son el fracaso de la función hepática y el aumento de la presión sanguínea en la vena porta (que transporta la sangre desde el estómago y tubo digestivo al hígado). En Europa occidental, el alcohol y la hepatitis B son la causa principal de la cirrosis. En el Reino Unido, dos tercios de los casos son debidos al alcohol; en países donde el consumo de alcohol es menor (por ejemplo en los países islámicos), la incidencia de cirrosis disminuye de forma paralela. Pacientes cuyo consumo de alcohol no alcanza el grado de alcoholismo pueden padecer lesiones hepáticas producidas por el alcohol. Un 30% de los casos de cirrosis son de causa desconocida (podrían deberse a otras hepatitis virales como la hepatitis C). El cáncer primitivo hepático puede ser una complicación de la cirrosis hepática.

SÍNTOMAS

Algunos pacientes con cirrosis hepática no padecen ningún síntoma (cirrosis latente). Los síntomas de la cirrosis activa son el dolor abdominal, dolor en el costado derecho, diarrea, falta de apetito, ascitis (acumulación de líquido en la cavidad peritoneal), ictericia, fatiga, pérdida de masa muscular y pérdida de peso. La ascitis se produce por el aumento de presión en la vena porta, y por la falta de albúmina en el plasma (la albúmina es una proteína producida por el hígado). Debido a la pérdida de masa muscular y a la ascitis, los pacientes con cirrosis tienen un aspecto característico, con extremidades delgadas pero gran perímetro abdominal. La ictericia se debe al aumento de los niveles de bilirrubina en la sangre por la alteración de su depuración hepática. Se pueden producir trastornos mentales debidos al paso de toxinas al cerebro, toxinas que en condiciones normales son depuradas a su paso por el hígado. Estas toxinas son responsables de síntomas como la confusión, irritabilidad, actitudes infantiles e incluso coma. Estos síntomas son fluctuantes. La hipertensión en la vena porta puede producir un sangrado gastroesofágico (por la existencia de varices), una de las complicaciones más graves y con mayor mortalidad.

TRATAMIENTO

A pesar de que la curación completa no es posible, las células sanas que subsisten pueden mantener cierto grado de función hepática. Se debe eliminar el alcohol de la dieta. Puesto que las lesiones hepáticas tienen carácter irreversible, el tratamiento debe ir dirigido a los síntomas; con frecuencia es necesario el ingreso en un hospital.

Cólico

Cólico, dolor abdominal agudo; es un síntoma de distintos trastornos. Cuando es de origen intestinal, se caracteriza por contracciones espasmódicas e irregulares de las fibras musculares del intestino. Con frecuencia los cólicos intestinales se deben a infección, obstrucción, ingestión de alimentos irritantes, o fármacolaxantes. Se sabe poco sobre la etiología de los cólicos del lactante, aunque se sospecha que su origen está en los gases y trastornos de la digestión. El cólico renal se produce por el paso de un cálculo, o piedra, desde el riñón, a través del uréter, hasta la vejiga urinaria; este descenso es muy doloroso. El cólico biliar es consecuencia del paso de un cálculo biliar, desde la vesícula biliar hacia los conductos biliares. Los síntomas del cólico se confunden con frecuencia con los de la apendicitis y la peritonitis.

Diarrea

Es la alteración del ritmo intestinal que se acompaña de aumento del número de deposiciones o de alteración de las características normales de una deposición (líquidas o semilíquidas). Se trata en general de un proceso transitorio cuya causa más frecuente son las infecciones víricas o bacterianas. También puede ser producida por la toma de sustancias tóxicas que lesionan el intestino, por situaciones de tensión emocional o por estados nerviosos alterados. Procesos inflamatorios intestinales como la enteritis, la colitis, el cólera, la fiebre tifoidea, la disentería bacilar o amebiana, o las parasitaciones intestinales por gusanos pueden producir cuadros diarreicos de larga evolución. La pérdida de líquidos en este proceso puede producir deshidratación y shock, que son a veces graves en los niños pequeños.

TRATAMIENTO

Es sintomático en la mayoría de los casos y consiste en la adecuada reposición hidroelectrolítica.

Disentería

Es la enfermedad aguda o crónica del intestino grueso humano. Se caracteriza por deposiciones diarreicas acuosas de pequeño volumen, acompañadas con frecuencia por sangre y moco, y dolores abdominales intensos. Se pueden producir úlceras en las paredes intestinales. Cuando los gérmenes causantes atraviesan la pared intestinal y pasan a la sangre, se produce además fiebre. Esta diarrea está producida por la ameba Entamoeba histolytica o por bacilos del género Shigella.

· DISENTERÍA AMEBIANA

Causada por el parásito (ameba) Entamoeba histolytica, es endémica en muchos países tropicales, pero más debido a la falta de condiciones higiénicas que al clima o al calor. Es el tipo de disentería más frecuente en Filipinas, Indonesia y el Caribe, y se puede dar en algunos países de clima templado.

La disentería amebiana se transmite por el agua, por los alimentos frescos contaminados y por los portadores humanos sanos. Las moscas pueden transportar los quistes de ameba desde las heces de los enfermos hasta los alimentos. Cuando la enfermedad se hace crónica las amebas traspasan la pared intestinal y colonizan el hígado, formando abscesos hepáticos. En raras ocasiones se forman abscesos amebianos en otras localizaciones. Si se deja evolucionar, puede llegar a producir la muerte.

TRATAMIENTO

Se emplean varios fármacos: metronidazol, ementina y preparados de yodo. Los abscesos hepáticos deben ser tratados mediante cirugía.

· DISENTERÍA BACILAR

Está producida por algunas especies no móviles de bacterias del género Shigella. Esta forma de disentería también es más frecuente en las regiones tropicales del planeta con higiene deficiente, pero, como es más contagiosa, se producen brotes epidémicos en todo el mundo. Se trata de una diarrea autolimitada que rara vez sobrepasa la afectación intestinal; no obstante, la enfermedad es grave, especialmente en los niños y los ancianos. La disentería bacilar se propaga por contaminación del agua y los alimentos. Las heces de los enfermos y de los portadores sanos contienen grandes cantidades de bacterias. Las moscas transportan las bacterias en sus patas, en su saliva y en sus heces, y las depositan en los alimentos; al parecer las hormigas también pueden transmitir la enfermedad.

TRATAMIENTO

Es fundamental la correcta reposición de agua y electrolitos. Como antibióticos se pueden utilizar las sulfonamidas, las tetraciclinas y la estreptomicina. El cloranfenicol es efectivo para tratar las cepas resistentes. Las quinolonas (norfloxacina, ciprofloxacina) también son efectivas frente a las Shigellas.

Enfermedad de Crohn

Es la inflamación crónica del tracto gastrointestinal. Puede afectar a cualquier parte del aparato digestivo desde la boca al ano, pero la localización más frecuente es en el ilion y el colon. No existe causa conocida, aunque sí una tendencia genética al desarrollo de la enfermedad; también se cree que los factores ambientales tienen alguna influencia. En esta enfermedad existe una reacción exagerada del sistema inmunológico. Puede ocurrir a cualquier edad pero es más frecuente en jóvenes adultos, sobre todo en entre los 20 y 30 años. Sólo un 15% de los pacientes desarrolla la enfermedad pasados los 50 años.

SÍNTOMAS

Los más frecuentes son la diarrea, el dolor abdominal, la pérdida de peso y la fiebre. También es frecuente la anemia debido al sangrado intestinal, aunque son raras las hemorragias (que sólo ocurren entre un 1% y 2% de los pacientes). Existe una inflamación de las distintas capas del intestino; esta inflamación se transforma en zonas de ulceración, produciéndose una apariencia característica —empedrado. La pared muscular del intestino se vuelve más gruesa y fibrosa y puede ocasionar una obstrucción intestinal. Se pueden formar fístulas cuando la inflamación afecta a toda la pared intestinal originándose una perforación que permite el paso de material semidigerido o fecal al interior de la cavidad abdominal. Las fístulas pueden conectar diferentes partes del tracto gastrointestinal, como por ejemplo el colon y el estómago, e incluso pueden alcanzar la superficie cutánea.

DIAGNÓSTICO

Es laborioso y puede requerir varios años. Existen varias técnicas para facilitar ese diagnóstico, como la endoscopia, durante la que se puede realizar una biopsia de la mucosa intestinal afectada, o el enema de bario.

TRATAMIENTO

Se deben intentar corregir las deficiencias dietéticas producidas por la enfermedad; se pueden administrar corticoides. Debido a que la enfermedad se produce por una reacción exagerada del sistema inmunológico, los fármacos inmunosupresores pueden ser eficaces. Entre un 70% y un 80% de los pacientes necesitan cirugía en alguna fase de la enfermedad (para extirpar las zonas más afectadas, eliminar fístulas o resecar las zonas del intestino que están obstruidas). No existe tratamiento curativo, y aunque los síntomas pueden controlarse durante ciertos periodos, aparecen recaídas frecuentes.


Flatulencia

Es la presencia de cantidades excesivas de gas en el estómago o en el intestino. La mayor parte del gas presente en el estómago está constituido por nitrógeno y oxígeno atmosféricos, que han sido ingeridos por el individuo. El nitrógeno no se puede absorber y queda libre en el intestino. Dentro del intestino se forman otros gases adicionales, sobre todo dióxido de carbono, metano e hidrógeno. El dióxido de carbono se produce por fermentación y se absorbe en gran parte. Los otros gases se producen por la digestión incompleta de alimentos ricos en almidón o en celulosa, como las legumbres o las coles. Estos gases son expelidos al exterior desde el recto en forma de flato. El olor desagradable del flato es producido por varios compuestos azufrados, sobre todo por tioles. Los tioles son alcoholes en los que el átomo de oxígeno ha sido reemplazado por un átomo de azufre. La presencia de grandes cantidades de gas en el estómago o en el intestino pueden originar distensión y dolor.

Gastritis

Es una Inflamación aguda o crónica de la mucosa del estómago. La enfermedad fue descrita en 1833 por el cirujano estadounidense William Beaumont cuando estudiaba la mucosa de un paciente que presentaba una herida de bala en el abdomen. En la gastritis aguda se producen erosiones de las células superficiales de la mucosa, formaciones nodulares y a veces hemorragia de la pared gástrica. En la gastritis crónica se produce, además, una transformación progresiva de la mucosa a tejido fibroso (cicatricial o inflamatorio crónico). La enfermedad está acompañada por un descenso en la velocidad del vaciado gástrico (experimentado por el paciente como digestiones lentas o pesadas) y de pérdida de peso. Las causas más frecuentes de la gastritis son el abuso del alcohol, el tabaco y las bebidas excitantes (café, té, refrescos de cola), una secreción excesiva de ácido clorhídrico en el jugo gástrico, y varias infecciones entre las que se encuentran la sífilis, la tuberculosis y algunas infecciones fúngicas. Se ha demostrado recientemente que la bacteria Helicobacter pilorii está presente en la mucosa gástrica y duodenal hasta en el 80% de los pacientes con gastritis y úlceras pépticas (de estómago o duodeno): este descubrimiento ha revolucionado el tratamiento de estas enfermedades, hasta el punto de que los antibióticos han pasado a ser uno de sus pilares básicos. El estrés psicológico también está implicado en el desarrollo de la gastritis.

Hepatitis

Es la inflamación aguda del hígado. Puede ser producida por una infección, habitualmente viral, por sustancias tóxicas o por fármacos. La sustancia tóxica que más daña el hígado es el alcohol: la ingestión excesiva aguda produce una hepatitis aguda, y la ingestión excesiva crónica produce en un primer momento un hígado graso, más adelante una hepatitis crónica y, por último, una cirrosis alcohólica. Los fármacos de eliminación o de metabolismo hepático pueden dañar los mecanismos bioquímicos de los hepatocitos —células hepáticas— originando una hepatitis aguda farmacológica y más adelante una hepatitis crónica similar a la de los tóxicos.

HEPATITIS VIRALES




Los virus que infectan el hígado son de varios tipos. Algunos de ellos inducen (no en todos los pacientes) inmunidad para toda la vida, pero sólo para ese tipo de virus.




· Hepatitis A




Se transmite por vía digestiva (manos, alimentos, agua o excreciones contaminadas). Sus brotes se suelen producir en comedores públicos, en especial durante la infancia. En algunos países (por ejemplo, en América Central) es endémica: la padece toda la población (que por tanto está inmunizada a partir de la infección aguda) y el visitante corre grave riesgo de contraer la enfermedad. Los individuos con hepatitis A pueden contagiar la enfermedad a otras personas hasta dos semanas antes de que aparezcan los síntomas. Además de las manifestaciones generales propias de una hepatitis, como náuseas, fatiga e ictericia, la hepatitis A puede cursar también con diarrea. No existe un tratamiento efectivo frente a la hepatitis A. La mayoría de los enfermos se recuperan de la enfermedad sin secuelas, aunque algunos pocos casos pueden requerir un transplante hepático.




· Hepatitis B




Se transmite por contacto sexual y por vía placentaria (de la madre al feto). También se transmite por sangre contaminada con el virus de la hepatitis o productos que han estado en contacto con ella: transfusiones con sangre no analizada (en la mayoría de los países es obligatorio comprobar la ausencia del virus en la sangre), jeringas y agujas no estériles (debe usarse material desechable), navajas de afeitar o rasurar, cepillos de dientes, y material odontológico o quirúrgico no estéril. El virus se halla en casi todos los fluidos corporales de las personas infectadas: saliva, lágrimas, semen, leche, líquido sinovial, etc. Todos estos líquidos podrían llegar a ser infecciosos aunque mucho menos que el suero sanguíneo; así, la saliva podría ser una vía de transmisión del virus de la hepatitis B, aunque de escasa eficacia.
Se identificó el virus de la hepatitis delta. Es un virus que no puede replicarse por sí mismo, pues requiere la presencia de una infección por virus del tipo B para poder transmitirse. Produce la hepatitis D (por tanto, siempre asociada a la B), que también puede hacerse crónica y terminar en cirrosis. La hepatitis D se transmite por las mismas vías que la hepatitis B, es decir, mediante relaciones sexuales o por contacto con sangre contaminada.




· Hepatitis C




El virus de la hepatitis C fue identificado en la década de 1980. Su vía de transmisión es igual que la de la hepatitis B y hasta que fueron descubiertos sus anticuerpos no fue posible detectar el virus en la sangre, por lo que su principal mecanismo de contagio fue a través de transfusiones de sangre. Hoy en día todas las bolsas de sangre se comprueban para rechazar las que están infectadas por hepatitis C. Algunos casos de hepatitis C se resuelven espontáneamente, pero el 80-85% de los casos progresan a una hepatitis crónica, que en muchos casos no cursa con síntomas por lo que la infección pasa inadvertida y sólo es detectada en un análisis de rutina.




· Otras hepatitis




El virus de la hepatitis E se encuentra en las heces y se transmite por vía digestiva, a través del agua o alimentos contaminados, como la hepatitis A, pero, a diferencia de ésta, no causa epidemias. El virus de la hepatitis G también ha sido identificado y en la actualidad se están realizando investigaciones sobre esta hepatitis.




SÍNTOMAS




Los síntomas de todas las hepatitis víricas son similares: comienzan con fiebre, debilidad, postración, anorexia, trastornos digestivos y mialgias. El hemiabdomen superior es doloroso a la palpación. En el curso de la enfermedad aparece ictericia, alcanzando su máxima intensidad a las dos semanas. La convalecencia puede durar hasta 6 meses.




DIAGNÓSTICO




Cuando existe un cuadro clínico compatible con hepatitis (aumento de tamaño del hígado, ictericia y fatiga) se realiza un análisis de sangre para valorar la función hepática del paciente. Si se confirma una disfunción en este sentido, existen una variedad de pruebas para confirmar el diagnóstico que incluyen pruebas serológicas para diferenciar los distintos tipo de hepatitis, ecografía digestiva e incluso una biopsia hepática para recoger una muestra de tejido y determinar el daño existente.




TRATAMIENTO




Existe una vacuna para prevenir la infección por el virus de la hepatitis A, que es recomendable en aquellas personas que viajan a un país de bajo nivel higiénico sanitario. En 1982 se obtuvo una vacuna efectiva para prevenir la hepatitis B, pero su uso estuvo limitado por el alto coste. En 1986 se desarrolló una vacuna fabricada mediante ingeniería genética; por el momento se está inmunizando a todo el personal sanitario, a los enfermos sometidos a múltiples tratamientos con hemoderivados (hemofílicos), y en algunos países a los recién nacidos. Para tratar a los pacientes con hepatitis C crónica es útil el interferón alfa, una sustancia antiviral natural producida por el organismo humano que se obtiene actualmente mediante ingeniería genética. El interferón también es útil en algunas hepatitis B. No existe tratamiento para las hepatitis agudas.




Hernia de hiato




Hernia de hiato, protrusión de parte del estómago y del último tramo del esófago a través del diafragma, o división muscular entre las cavidades abdominal y torácica. En condiciones normales, el estómago se sitúa por debajo del diafragma en la cavidad abdominal, y el esófago atraviesa el diafragma junto a la aorta y a la vena cava inferior. En la porción superior del estómago existe un esfínter (anillo muscular) que impide el paso del contenido del estómago al esófago; en los individuos con síntomas de hernia de hiato, este esfínter no funciona de forma correcta debido a la posición anormal de la parte superior del estómago.




SÍNTOMAS




La hernia de hiato puede ser asintomática, pero las personas obesas con hernia de hiato suelen tener reflujo de los jugos gástricos desde el estómago al esófago (el reflujo es el paso del contenido ácido del estómago al esófago). Este reflujo produce dolor y lesiona el tejido de recubrimiento del esófago. El dolor o sensación quemante se percibe en el centro del pecho; se reproduce en ciertas posturas, como por ejemplo al tumbarse, al dejarse caer en una silla, y sucede con frecuencia después de las comidas. Cuando el reflujo lesiona el esófago, puede producir dolor al comer o beber, sobre todo bebidas calientes o comidas muy condimentadas.
Los síntomas se exacerban durante el embarazo, pero desaparecen de forma habitual después del parto.




DIAGNÓSTICO




El diagnóstico de hernia de hiato se suele realizar a la vista de los síntomas. Sin embargo, en ocasiones se utiliza un enema de bario para demostrar el reflujo cuando el paciente está acostado con la cabeza en el mismo plano. La endoscopia demuestra las lesiones producidas en el esófago.




TRATAMIENTO





Muchas veces la hernia de hiato sólo produce síntomas cuando la persona es obesa, y por tanto el mejor tratamiento es la pérdida de peso: el 90% de los pacientes mejoran sintomáticamente al alcanzar el peso ideal. Se debe procurar evitar el reflujo, para esto, hay que elevar la cabecera de la cama durante la noche con una cuña de corcho o con otros medios; se deben evitar las tareas que requieran inclinarse, como el hacer la cama; es mejor la posición de cuclillas que el inclinarse.
Algunos fármacos alivian el dolor, pero no curan el proceso. Los antiácidos o los agonistas del receptor H2 como la cimetidina o la ranitidina son los más empleados.




Indigestión




Indigestión, término común que se utiliza para describir molestias físicas del tracto gastrointestinal superior, asociadas con la ingestión de alimentos sólidos o líquidos.




SÍNTOMAS

Ardores o acedías, acidez, eructos, distensión gaseosa, flatulencia, sensación de plenitud, presión, náuseas y vómitos.
De la indigestión son similares a aquellos propios de enfermedades graves, por lo que la automedicación no se debe prolongar.

Peritonitis

Es una inflamación de la membrana que tapiza la cavidad abdominal y los órganos contenidos en ella. Suele ser una enfermedad aguda, causada por una infección cuyo origen es una perforación intestinal, como la rotura del apéndice o de un divertículo. La peritonitis localizada se observa con más frecuencia en la pelvis a partir de una infección de la trompa de Falopio o de la rotura de un quiste ovárico. La peritonitis es a veces consecuencia del derrame de pus en la cavidad abdominal procedente de la rotura de un absceso. Esto se produce algunas veces tras cirugía intestinal con supuración de la herida quirúrgica, o a partir de una herida por arma blanca que atraviesa la pared abdominal. En ocasiones, se debe a una inflamación de la membrana peritoneal.




SINTOMAS




El síntoma principal es un dolor abdominal agudo que se agrava con los movimientos. Con frecuencia el paciente tiene náuseas y vómitos, y está febril. Los casos graves de peritonitis aguda sin tratamiento suelen ser mortales.




TRATAMIENTO





Está dirigido a la causa subyacente. Hay que administrar, además, líquidos intravenosos y antibióticos.